Fortaleza de roble
Inspiradores

Fortaleza de roble

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Fortaleza, podría ser la palabra que resuma la historia de Juan. Primero porque uno no se imagina cuánta desdicha puede sufrir una persona y después de todo tener la capacidad de sonreír, como él lo hace cuando está con sus hijos.

Cuando se lo ve trabajando en su taller, manejando con destreza herramientas de carpintería o manipulando casi todo con su mano derecha y con la indispensable ayuda de su muñón izquierdo, se puede constatar la dedicación y empeño que le pone a su oficio. Cuando era muy joven perdió su mano y su antebrazo izquierdo en plena jornada laboral; pese al accidente, no dejó su oficio ni el taller que fundó junto a tres amigos, allí continúa, ganándose la vida labrando la madera, familiarizado con el sonido de las sierras y el inconfundible olor a aserrín.

Trabaja muy concentrado, pero eso no evita que al mismo tiempo esté atento al cuidado de su hija menor, la más pequeña que nació prematura y tiene una cardiopatía severa. La fortaleza de Juan se quiebra cuando habla de la enfermedad de su hija, el tono de su voz cambio al relatar que no fue fácil desde que ella nació, pues desde entonces le ha tocado permanecer largas temporadas internada en el hospital.

Su voz mejora cuando se refiere a sus otros hijos, un niño de diez años y otra niña de cuatro. Ellos no tienen problemas de salud y más bien cooperan en el cuidado
de su hermana. La delicada salud de su hija, no es lo único que le aflige a Juan, recién hace un año perdió a su esposa que no pudo sobrevivir a una aflicción de coma diabético. Quedar viudo, con casi nada de dinero, con su niña enferma fue una de las situaciones más difíciles de sortear para él.

La delicada salud de su hija, no es lo único que le aflige a Juan, recién hace un año perdió a su esposa que no pudo sobrevivir a una aflicción de coma diabético. Quedar viudo, con casi nada de dinero, con su niña enferma fue una de las situaciones más difíciles de sortear para él.

“Es difícil, cuando uno tiene un hijo enfermo, cada vez hay que estar corriendo al hospital, a veces tengo que llevarla y la internan, en ese caso nos quedamos hasta un mes; últimamente, me ha ido bien, está más sana, más tranquila, pero siempre le cuesta retomar su rutina”.

Cuando eso ocurrió, Juan volvió a Aldeas Infantiles SOS; volvió porque en realidad él creció en la Organización, en una familia SOS en la ciudad de La Paz desde sus siete años, allí fue al colegio y estudió para ser carpintero.

Explica también que Aldeas Infantiles SOS lo apoyó en la gestión de los trámites para el entierro de su esposa, posterior a ello también él y sus hijos recibieron ayuda psicológica que les permitió salir adelante frente a esa situación.

“Sin ese apoyo no sé lo qué hubiera sido de mis hijos, tal vez yo me hubiera dedicado a la bebida, pero ellos nos ayudaron a soportar el dolor y aprender a seguir adelante”, señala emocionado Juan.

Desde que quedó solo a cargo de su familia, Juan tiene una rutina de estricto trabajo, cada día se levanta a las seis de la mañana para atender a sus hijos. Su hijo mayor asiste al colegio y él se dirige a su taller junto a su pequeña hija para cuidarla de cerca.


“Es difícil, cuando uno tiene un hijo enfermo, cada vez hay que estar corriendo al hospital, a veces tengo que llevarla y la internan, en ese caso nos quedamos hasta un mes; últimamente, me ha ido bien, está más sana, más tranquila, pero siempre le cuesta retomar su rutina”, explica.


A un año de haber quedado solo, Juan se muestra fortalecido, en su espíritu han brotado nuevas ilusiones y las transmite a sus hijos. Su sueño es lograr que su hijo mayor ingrese a la universidad y tenga una profesión. También tiene planificado
apoyarlo para que pueda realizar algún deporte y así sueña en que cada uno de sus hijos logre sus objetivos.


Pero no todo es trabajo o problemas de salud, Juan y su familia disfrutan de estar juntos. “Somos caseros, nos gusta quedarnos en casa y tener actividades familiares allí”, relata. En casa preparan la comida que les gusta a los niños y también compran películas para verlas juntos. Cuando Juan se refiere a esos momentos, su mirada se ilumina con un gran brillo de alegría.

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