Descubriendo mis raíces
Inspiradores

Latidos de amor, latidos de fortaleza

Alejandro camina de la mano de su mamá, sintiendo el calor y la seguridad con la que ella lo sujeta, él sabe que su mamá no dejará que nada malo le suceda. Marinel, su madre, tiene 24 años y proviene de una comunidad rural de Tarija, llegó a la ciudad a sus 14 años para trabajar en un domicilio particular; como era costumbre en las familias del campo, enviar a sus hijas adolescentes a trabajar a la ciudad, mientras los hijos varones se quedan en casa para ayudar a arar la tierra y cuidar los animales, además de tener la oportunidad de estudiar.

Marinel sabía que quería lograr algo más que sólo servir en una casa, por eso buscó la posibilidad de estudiar en un colegio nocturno del que se graduó. Pronto, llegó a su vida un muchacho del cual Marinel se enamoró, sin embargo, cuando llevaba tres meses de embarazo, su pareja decidió marcharse “Fue muy difícil seguir adelante, mi familia asumía que como yo había salido de mi casa a trabajar, ya no tenían la obligación de ayudarme, me sentía muy sola y sólo encontraba fuerzas para seguir adelante en los latidos del corazoncito de mi bebé”

Con su bebé en brazos fue aún más difícil encontrar a alguien que quiera emplearla, trabajó en una industria cerámica, pero como el bebé demandaba mucha atención, hacía que descuide sus labores y sus jefes la despidieron. Buscó la manera de ganar dinero vendiendo de manera ambulante desayunos en los mercados, muy de mañana cargaba a Alejandro en su espalda y recorría las tiendas ofreciendo quinua con manzana. Fue así que, caminando por las calles de la ciudad, llegó al centro de cuidado diurno Hermann Gmeiner de Aldeas Infantiles SOS en Tarija y se enteró que allí cuidan a niños pequeños durante el día mientras los papás salían a trabajar, ¡Era lo que ella necesitaba!

Alejandro es uno de los cien niños que son atendidos en este centro donde reciben una alimentación nutritiva, controlan su salud y reciben estimulación temprana. Además, los padres de familia participan en programas de alfabetización y capacitación en diversas áreas técnicas que les ayudan a desarrollar capacidades personales, protectivas y laborales que les permitan brindar una familia afectuosa y protectora a sus niños.

Marinel ahora está feliz, pues sabe que su querido Alejandro se encuentra seguro y protegido, esperándola hasta el momento en el que ella va a recogerlo para irse caminando de la mano rumbo a casa.

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