Inspiradores
– junio 16 2025
No hay corazón para abandonar a mis hijos
Inspiradores
Oriunda de Chuquisaca, Sandra se mudó a Tarija junto a sus padres y se convirtió en madre muy joven. Formó una pareja con Esteban, pero las dificultades no se acabaron con la llegada de las siguientes hijas e hijos.
Teniendo una familia numerosa, fue muy difícil conseguir un lugar estable donde vivir. Pasaron de vivir con familiares a buscar alquileres precarios donde, aun así, no los aceptaban por mucho tiempo.
Fue así como Sandra se mudó con su familia a un barrio a las afueras de la ciudad, para hacer frente a unas condiciones que, por cuatro años, fueron más de escasez que de tranquilidad. Las dificultades enfrentadas por su familia empezaban con una relación inestable con su pareja, que con frecuencia viajaba por meses a Santa Cruz con la meta de ganar dinero. Sin embargo, por lo general esos viajes coincidían con algunas discusiones familiares y el apoyo económico prometido no se concretaba.
![]()
Por otro lado, estaba la casa. Si bien esta contaba con cuatro habitaciones, eso era todo: paredes de ladrillos en fila. Ninguna habitación tenía puerta ni nada que las aislara de la intemperie. Se sumaba a ello la falta de servicios básicos como agua y energía eléctrica.
La distancia entre la casa y la escuela dificultaba que los niños pequeños pudieran asistir, a pesar de tener ya la edad escolar. Solo asistían los dos mayores porque podían caminar más. Matías, el segundo hijo mayor, tenía un problema de audición que le dificultaba tener un buen rendimiento escolar y existía el riesgo de abandono. Debido a las carencias económicas, los más pequeños estaban con bajo peso y desnutrición; había riesgo de perder el cuidado familiar.
Era una situación crítica y desesperada, pero Sandra tenía muy claro algo: no tenía corazón para abandonar a sus hijos. Ellos son su principal motivación para buscar apoyo y salir adelante.
Con miedo y timidez, Sandra se acercó a Aldeas Infantiles SOS a pedir ayuda, y en una semana pasó a formar parte del Servicio de Contención y Desarrollo Familiar. Con el asesoramiento y la consejería recibida, ha podido reconstruir un poco de la confianza que había perdido.
![]()
Sandra trabaja ahora por mantener a su familia unida. Los avances en su calidad de vida y la de sus hijas e hijos han sido significativos, pues ya cuentan con un tinaco para almacenar agua que, aunque no es agua de la red de servicio, es mucho más de lo que tenían antes.
También lograron instalar un panel solar que dota de energía al hogar. Ahora el día no se acaba cuando el sol se oculta. Y, quizás lo más importante, han logrado cerrar el perímetro de la casa, por lo que pueden cobijarse del frío y el viento como no lo pudieron hacer desde que se mudaron.
Los niños mejoraron su nutrición y ahora todos —salvo el más pequeño— asisten al colegio y sacan buenas calificaciones, demostrando lo vivaces e inteligentes que son. Matías acudió a consulta con el otorrinolaringólogo y, aunque no tiene una afección grave, está siguiendo recomendaciones para cuidar su audición.
![]()
Si bien para Sandra el futuro es una incógnita por el miedo y la incertidumbre, tiene metas y un plan. “No sé nada de costura. Tengo que aprender desde cero, pero lo voy a hacer por mis hijos”, dice sobre su plan de vida. Actualmente, Sandra y su pareja han iniciado un emprendimiento en costura. Aunque no es fácil, buscan generar una fuente de ingresos estable que mantenga unida a la familia y asegure un futuro para sus hijas e hijos.