Una historia familiar de resilencia y amor
Inspiradores

Una historia familiar de resilencia y amor

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Al llegar a la casa de Herminia y sus ocho hijos se observa una construcción en obra gruesa con varias dependencias, sus hijas y ella salen orgullosas a mostrarla “es nuestra casita, la hizo mi papá” dice Margarita, la más pequeña de la familia.

La familia de Herminia ingresó al servicio de contención familiar de Aldeas Infantiles SOS el 2017, víctima de violencia intrafamiliar por parte del padre de sus hijos, recuerda la impotencia que sentía al no poder garantizar ni si quiera la alimentación diaria de sus hijos “Llegamos a la ciudad con el sueño de que nuestros hijos estudien, que salgan bachilleres y sean mejor que nosotros, no imaginaba que íbamos a sufrir maltratos y hasta comida nos iba a faltar”.

En tres años la situación cambio la familia logró superar los problemas de violencia, el papá de los niños cambió sus prácticas, aprendió que la crianza de sus hijas e hijos también es su responsabilidad, y que la mejor forma de enseñar es con amor, “ahora mi esposo apoya en el cuidado de nuestros hijos, me acompaña al mercado y a las reuniones de la escuela y estamos haciendo nuestra casita”, comenta con tranquilidad.

Ahora Herminia comparte su aprendizaje con su comunidad, se siente capaz de identificar hechos de injusticia, maltrato y violencia contra la niñez y recuerda a sus vecinas y vecinos las reglas de una buena convivencia.

“Aquí debemos cuidar a las wawas, no deben salir a la calle a exponerse a riesgos, todos somos responsables de su seguridad”.

LA ECONOMÍA FAMILIAR SE TRABAJA DÍA A DÍA

Otra de las preocupaciones de Herminia estaba relacionada a su situación laboral, ella se encargaba sola de sus hijas e hijos en los momentos de crisis, es por eso que, no podía encontrar un trabajo estable, “Tengo una familia grande, no podía trabajar con tantos hijos y no tenía donde dejarlos” recuerda.

Sin embargo, el apoyo de Aldeas Infantiles SOS fue integral y determinante para que ella pueda cosechar varios logros, desde aprender a valorar los enseres y muebles, hasta contar con una formación técnica que le permita tener un emprendimiento para mejorar la calidad de vida de sus hijas e hijos.

“Me enseñaron que todo lo que se hace en familia importa, antes no veía importante tener muebles para que mis hijos estén bien, contar con una silla, una mesa, un refrigerador es necesario”.

Durante el tiempo que la familia de Herminia fue parte del servicio de contención familiar, instaló un huerto familiar y recibió formación técnica en costura y tejido, hoy cuenta con maquinaria propia, con la que no solo genera ingresos vendiendo blusas y tejiendo abrigos, sino también, elabora prendas para sus hijas e hijos.

La familia de Herminia se siente fuerte, tiene proyectos que están seguros que se harán realidad, “vamos abrir una tienda en el barrio, será la primera de la zona, las ganancias nos ayudarán a que el sueño de ver a nuestras hijas e hijos como ingenieros, médicos o abogados se haga realidad”, finaliza.