Francisca tuvo el valor de cortar con 22 años de violencia y empezar la vida de cero, lo hizo junto a su familia conformada por seis hijos. Esta es su historia.
Francisca se emociona y no oculta su felicidad al imaginar el dÃa en que saldrá bachiller. Abre los brazos como llamando a todos los amigos para que vayan a “hacer barra” cuando ella esté recibiendo su tÃtulo. SÃ, será uno de los acontecimientos más importantes en la vida de Francisca y de sus seis hijos, pues logró avanzar con sus estudios pese a todo.
“Mis hijos me dicen que ha sido mi esfuerzo y mi logro, y yo les digo que ha sido de todos nosotros, pues ellos también atravesaron la adversidad junto a mÔ, dice Francisca que ahora tiene 45 años.
Recuerda que la violencia comenzó desde los primeros dÃas de convivencia. “Yo tenÃa la esperanza de que él iba a cambiar, que un dÃa estarÃamos bien, pero en vez de cambiar empeoró más y más”.
Cuando la noche parecÃa más oscura, gracias al consejo de una amiga, acudió a Aldeas Infantiles SOS y su familia comenzó a recibir apoyo. Fue entonces cuando tuvo la oportunidad de retomar sus estudios y también recibió capacitación en Belleza Integral, conocimiento que actualmente le permite sustentar a su familia, brindado servicios de manicura y pedicura a domicilio.
La situación en casa llegó a su lÃmite y Francisca decidió dejar ese lugar junto a sus seis hijos. Dejaron atrás el maltrato, llegaron a una Casa de Acogida del municipio de Santa Cruz y allà se quedaron durante más de un año, pues a pocos dÃas empezó la cuarentena por la pandemia del Covid-19. Ese tiempo les sirvió para fortalecerse y curar sus heridas. Allà compartió con otras mujeres que se encontraban en una situación similar.
Actualmente sus dos hijas mayores ya son bachilleres y con la gestión, han recibido capacitación en Marketing Digital. Ambas se encuentran en proceso de inserción laboral. Tanto ellas como sus hermanitos menores, pueden llevar adelante una vida con el amor y cuidado para desarrollar la mejor versión de sà mismos. .
“Cuando dejamos la Casa de Acogida no tenÃamos nada, tuvimos que comenzar de cero, pero aquà estamos. TodavÃa tenemos problemas, cada mes es difÃcil reunir para pagar el alquiler, pero podemos dormir tranquilos, ya no tenemos miedo en la noche”, expresa Francisca.