Karina y sus hijos están sentados alrededor de la mesa, todos pensando en la próxima jugada de ajedrez, hasta que ella hace un movimiento equivocado que provoca la risa de todos. Es un momento de alegría y unión familiar.
La sonrisa en su rostro irradia el entusiasmo y creatividad que tiene día a día; su mirada refleja la tenacidad y firmeza que usa para alcanzar lo que se propone. A sus 17 años, Cinthia sueña con ser conferencista y maestra de educación inicial, cree que ambos caminos se complementan para construir un mundo mejor.
Ella sonríe a la vida, tiene 37 años y está agradecida porque aún puede abrazar a sus tres hijos y acompañarlos en su desarrollo. Su fortaleza, disciplina y perseverancia la ayudaron a superar el cáncer de cuello uterino.
“Hace un año y medio me detectaron la enfermedad, ese día me sentí devastada, pensé en mis hijos y su futuro. ¿Qué sería de ellos si me muero? ¿Cómo saldrán adelante solos?”, recuerda conmovida.
Según la Organización de Mundial de la Salud, en Bolivia cada día mueren cinco mujeres con cáncer de cuello uterino, es una de las patologías que más decesos produce entre las mujeres; sin embargo, es una enfermedad prevenible y tratable cuando es diagnosticada a tiempo.
En un contexto donde el sistema de salud se vio rebasado por la pandemia de Covid-19, Karina no se dio por vencida, con el apoyo de su hermana y Aldeas Infantiles SOS completó su tratamiento a cuestas. Después de 25 radioterapias, cinco quimioterapias y tres braquiterapias hoy Karina se siente feliz porque su familia está unida y fortalecida.
A pesar de asumir el cuidado de sus hijos sola, ella trabaja a diario para verlos alcanzar sus sueños. “A mi hijo mayor le gusta la robótica, al otro le gusta el fútbol y a la pequeña quiero verla saludable, pues también tuvo una operación por displasia de cadera. Esta segunda oportunidad es para acompañarlos en su camino y apoyarlos hasta que logren sus metas”, dice entusiasmada.
Karina y su familia reciben el apoyo integral de Aldeas Infantiles SOS a través del servicio de contención familiar desde hace un año y medio. En este tiempo se coadyuvó en la estabilidad emocional de la familia y la salud física de la madre. La intervención del programa continuará por dos años más, hasta que la familia alcance la autosuficiencia. Ahora, Karina se siente segura y optimista en el futuro de su familia.