Amor de padre

Por las tardes, Ricardo despacha a sus otros dos hijos que se encuentran en secundaria. Esta vez, Marcelo y Gustavo deben bajar hasta la zona de Obrajes, primero caminando un trecho y luego usando dos líneas de minibús.

Mientras sus hijos estudian, Ricardo trabaja como albañil en pequeñas obras de la zona. Sus manos ásperas y agrietadas son la muestra del trabajo duro en el oficio que ostenta por muchos años.

“Soy el único sustento de mis hijos. Los quiero mucho y son el motivo para seguir adelante”, dice Ricardo muy optimista.

La vida de Ricardo fue difícil. Cuando era niño su ojo derecho quedó sin visión tras un golpe fuerte y en la adultez sufrió un accidente que dejó su pierna fracturada. La relación con su pareja no funcionó y quedó al cuidado de sus tres hijos.

A pesar de esta situación, no se dio por vencido, decidió afrontar los problemas y continuar a cuestas. Logró construir su vivienda en lo alto de la ciudad, desde donde cuida y vela por el desarrollo de sus hijos.

​​​​​​​Al llegar la noche, toda la familia se reúne. Ricardo sirve la cena que preparó y entre risas y anécdotas cierran el día con la esperanza de que mañana será mejor.

“Sus sonrisas y abrazos son mi impulso para seguir trabajando y darles un futuromejor”, complementa Ricardo.

Desde hace un año, Ricardo es parte de los servicios de fortalecimiento familiar del programa La Paz de Aldeas Infantiles SOS en Bolivia. Recibe el acompañamiento psicosocial del equipo técnico y desarrolla capacidades de cuidado y protección para con sus hijos. Asimismo, recibe orientación para lograr su certificación de discapacidad visual y recibir apoyo del Estado.

​​​​​​​Al igual que la familia de Ricardo, otras 69 familias y más de 200 niñas y niños reciben el apoyo integral de Aldeas Infantiles SOS en la ciudad de La Paz, fortaleciéndolas y  previniendo el abandono infantil.